El alquiler vacacional ha muerto: descubre la nueva rentabilidad

Durante casi una década, el alquiler vacacional fue el símbolo del éxito inmobiliario en Canarias. Muchos propietarios vieron cómo una segunda vivienda se transformaba en una fuente constante de ingresos, aprovechando la llegada del turismo digital y el auge de plataformas como Airbnb o Booking.
Pero aquella etapa dorada empieza a quedar atrás. El modelo ha madurado… y también se ha complicado.

1. La burocracia se ha multiplicado

Lo que antes era tan sencillo como registrar un alojamiento y empezar a alquilar, hoy está rodeado de trámites y obligaciones.
Los ayuntamientos exigen licencias, certificados energéticos, seguros específicos, hojas de reclamaciones y una larga lista de requisitos que varían según el municipio. Además, las inspecciones se han intensificado, y los incumplimientos pueden acarrear sanciones que superan fácilmente los 30.000 €.
A esto se suma la obligación de comunicar los huéspedes a la policía, gestionar tasas turísticas y mantener un control exhaustivo de los ingresos para cumplir con Hacienda. En la práctica, muchos pequeños propietarios sienten que han pasado de ser anfitriones a convertirse en gestores administrativos a tiempo completo.

2. Malestar vecinal y conflictos en comunidades

En muchos edificios residenciales, el alquiler vacacional ha dejado de ser bienvenido. Las comunidades de propietarios están ejerciendo cada vez más su derecho a limitar o prohibir este tipo de explotación.
Ruidos, entradas y salidas constantes, pérdida de privacidad y desgaste de zonas comunes generan tensiones que acaban en juntas conflictivas o incluso en tribunales.
En ciudades como Las Palmas de Gran Canaria, Telde o Arucas ya se multiplican las quejas vecinales y las ordenanzas que buscan restringir los pisos turísticos en zonas residenciales.

3. Las plataformas, cada vez más del lado del huésped

Airbnb, Booking y otras plataformas nacieron para conectar personas, pero hoy son grandes corporaciones que priorizan su reputación global por encima de los intereses del anfitrión.
Ante cualquier disputa —una valoración injusta, un daño no reconocido o una cancelación dudosa— la balanza casi siempre se inclina a favor del huésped. Muchos propietarios relatan experiencias en las que han perdido dinero o sufrido daños materiales sin respaldo alguno.
En otras palabras: el riesgo es del propietario, pero el control está en manos de otros.

4. La rentabilidad ya no compensa el esfuerzo

El atractivo inicial del alquiler vacacional estaba en sus ingresos superiores frente al alquiler tradicional. Pero esa diferencia se ha ido estrechando.
Los costes de limpieza, mantenimiento, consumos, reposiciones, comisiones de las plataformas (que pueden rondar el 15 %) y los tiempos de gestión han reducido los márgenes hasta niveles que muchos ya consideran poco rentables.
Y eso sin contar los períodos de baja ocupación, que cada vez son más largos fuera de temporada. El resultado: más trabajo, más riesgo y menos beneficio.

5. Vender ahora, la decisión más inteligente para usted

El mercado inmobiliario en Gran Canaria sigue mostrando fortaleza. La demanda de vivienda no deja de crecer y la oferta se mantiene limitada, especialmente en zonas turísticas o bien comunicadas.
Eso significa que los propietarios que decidan vender ahora pueden hacerlo en un momento óptimo, con precios sostenidos y alta demanda. La situación actual del mercado es la mejor de la historia, y es el momento de aprovechar para hacer una buena venta. Quizás dentro de un año ya no sea posible.
Convierta su vivienda vacacional en liquidez inmediata, dinero en su cuenta corriente para nuevos proyectos. Además de reducir estrés y dolores de cabeza, podrá destinar esos recursos a nuevas inversiones más tranquilas y rentables.

Una decisión inteligente y a tiempo

Seguir insistiendo en un modelo que ya no funciona como antes puede ser una trampa de desgaste. Saber cuándo cambiar de estrategia, en cambio, es una muestra de visión.
Muchos propietarios ya lo han entendido: el verdadero beneficio no está en resistir a un sistema que se endurece cada día, sino en dar el paso hacia una nueva etapa más simple, rentable y sin complicaciones.